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[317]|Del 6 al 10/7 de 2015

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Argentina – Madura otro shock externo negativo y seguimos sin capacidad anti-cíclica. El proceso de cambio de signo del ciclo de liquidez mundial amenaza con acelerar en forma significativa, siendo su termómetro más visible el proceso el fortalecimiento internacional del dólar. Las razones detrás del mayor ritmo hay que buscarlas, por un lado, en las reformas y ajustes que la economía norteamericana realizó en la post crisis financiera de 2008-09 y que hoy le permiten mostrar un mejor desempeño respecto del resto de las desarrolladas y, por el otro lado, en las crisis que atraviesan los dos bloques o economías desarrolladas con capacidad de disputarle al dólar su posición predominante: El euro y el yuan.

Las dos últimas crisis, la del euro y el yuan, justamente pueden ser explicadas en buena medida por, en el primer caso, el retraso de parte de buena parte los miembros del bloque en las reformas y ajustes que eran necesarios para superar las consecuencias de la crisis y asegurar un avance más homogéneo en el proceso de integración. En el segundo caso, por una transición desde un impulso exportador a uno más orientado al propio mercado interno que no está exenta de accidentes y desafíos institucionales, regulatorios y de transparencia que las autoridades chinas no están logrando cumplir en tiempo y forma.

Ergo, ninguno de esos dos bloques está en condiciones de, en el mediano plazo, disputarle su lugar hegemónico al dólar. Debate que, hasta hace un par de años atrás, se planteaba con bastante asiduidad en el ámbito económico. Más aún, las crisis están impulsando modificaciones de corto, mediano y largo plazo en la composición de las carteras de inversión, beneficiándose los activos denominados en dólares y perjudicándose el resto.

Ahora bien. La contracara de un dólar fortaleciéndose a mayor velocidad son: Un mayor deterioro del precio internacional en dólares de los commodities, más debilidad para las monedas emergentes y desarrolladas respecto del dólar y encarecimiento del crédito externo en dólares para las economías en desarrollo.

Un combo que encuentra a la Argentina muy mal parada. Mucho peor de lo que estaba en 2007-2009. Pues, sintetizando:

A) Estamos mucho más apreciados, lo que implica que la magnitud del desequilibrio externo de la economía argentina es mucho mayor. El equilibrio macroeconómico actual es mucho más endeble. 2009. El Tipo de Cambio Real entre el peso Argentino y el dólar de junio 2015 está en el mismo nivel que en diciembre de 2001, resultando un 35% inferior al promedio 2008-2009. En tanto, los TCR respecto del Real Brasilero, el euro y el yuan del pasado mes de junio se ubicaron 47%, 50% y 23% por debajo del promedio 2008-2009. Por último, el TCR multilateral de junio resultó 38% inferior al promedio 2008-2009.

B) La situación fiscal es mucho peor, lo que no sólo determina imposibilidad de generar acciones de estímulo directo o indirecto con recursos genuinos (medidas anticíclicas) Además, subordina la política monetaria-cambiaria al financiamiento de buena parte de ese rojo fiscal, condenando al fracaso cualquier intento de amortiguación cambiaria del shock externo negativo. Si utilizamos la metodología contable oficial, el resultado financiero fue de -5,5% y el primario de -3,4% del PIB durante el primer cuatrimestre de 2015. Los guarimos comprables del primer cuatrimestre de 2009 fueron de 1,6% y 0% del PIB. Durante los primeros seis meses de 2015 el financiamiento monetario directo al Tesoro Nacional alcanzó a 44.022 millones (2% del PIB, no contabiliza giro de reservas y utilidades no devengadas) En tanto, durante el mismo período de 2009 las operaciones de crédito público en pesos habían arrojado un efecto contractivo superior a los $ 5.000 millones.

C) El balance del BCRA está mucho más deteriorado. Ergo, el nivel de solvencia y liquidez no es suficiente adecuado para enfrentar y, mucho menos disuadir, una corrida cambiaria. Las reservas netas de pasivos externos y swap de monedas con China del BCRA apenas superaron los US$ 16.600 millones al cierre de junio de 2015, cubriendo sólo 50% del circulante monetario al tipo de cambio oficial vigente y garantizando apenas tres meses de importaciones. Al cierre de junio de 2009, las reservas netas alcanzaban los US$ 21.425 millones, cubriendo 100% del circulante monetario y garantizando siete meses de importaciones. Asimismo, a fines de junio de 2009 los distintos instrumentos de crédito al sector público nacional representaron menos de 30% del activo del BCRA. A fines de junio de 2015, el citado guarismo alcanzó a casi 66% (casi dos tercios)

D) La economía real ya estaba en recesión en la previa a las crisis. Es más, la recesión ya lleva varios años consumiendo buena parte de las reservas y espacio de maniobra de la mayor parte de las empresas y actividades productivas. En 2008, la economía real aún seguía creciendo y venía de varios años sostenidos de crecimiento. Ergo, había reservas y espacio para corregir ineficiencias internas.

Conclusión. De concretarse está nueva amenaza, estaremos mucho menos preparados que hace seis años atrás y, consecuentemente, la economía real sufrirá mucho más. Peor aún, dado que el ajuste del esquema de política económica local ya era necesario antes de esta nueva amenaza de shock externo negativo, la concreción del último no sólo incrementa la necesidad imperiosa de avanzar en ese sentido. Además, dificulta la adopción de una estrategia de ajuste gradual. Pues, por un lado, les resta aún más oxígeno a las actividades productivas y, por el otro, dificulta y encarece directa e indirectamente el acceso al crédito externo.