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[EMA]| Diciembre de 2015

Descripción del Producto

Nuestras estimaciones indican que el nivel de actividad local registró un alza interanual de 0,5% en diciembre de 2015, logrando promediar una tasa promedio anual de crecimiento de 1,3%. En tanto, la serie con ajuste estacional logro promediar un alza mensual de 0,4%. Dicho de otra manera, el PBI recuperó parte del terreno perdido en 2014 (-1,7% anual), ubicándose sólo 0,3% por encima del nivel promedio del año 2011.

Por lo tanto, se confirma lo que veníamos subrayando, hace cuatro años que la economía argentina se mantiene fluctuando, alternando bajas y alzas, en torno al mismo nivel de producto. De allí que la mayoría de los analistas económicos definamos al segundo mandato de CFK como un período típicamente “estanflacionario”.

Recordemos que en 2012 la economía local había promediado una baja de -0,3% y en 2013 había crecido sólo 1%. De allí, justamente, el crecimiento acumulado prácticamente nulo en los últimos cuatro años.

Lo dicho anteriormente necesariamente implica, dada una población local en crecimiento, que el PBI per cápita o ingreso medio retrocedió durante los últimos cuatro años. Ergo, nos empobrecimos.

Cuantificando. El producto per cápita medido en pesos contantes de 1993 acumuló un retroceso de 4% entre 2011 y 2015. En tanto, si lo medimos en dólares contantes de 1993 el retroceso acumulado durante el período en cuestión se aproxima a 6,3%.

Ahora bien. El nivel de producto alcanzado en 2015 puede ser parecido al correspondiente a 2011. Pero, no ocurre lo mismo con su composición.

1) En comparación con 2011, el nivel de actividad del año pasado tuvo mucho más consumo púbico y mucho menos de todo el resto.

Profundizando. El nivel promedio alcanzado por el consumo público en 2015 superó en un 17% al registro de 2011. En tanto, en el período 2011-2015 la demanda interna (Consumo Privado + Consumo Público + Inversión) acumuló un retroceso de -0,4% y la global (Demanda interna + Exportaciones) hizo lo propio en un 1,7%.

Consecuentemente, el consumo público pasó de representar 12,4% de la demanda interna en 2011, a cerca de 14,5% en 2015. En el caso del PBI, la equivalencia pasó de 12,9% en 2011, a 15,1% en 2015.

Ergo, el mencionado fenómeno no sólo se produjo porque el Consumo Público fuera el componente más dinámico de la demanda interna y global. Si no, porque fue el único componente que creció.

Léase, el resto de los componentes promediaron niveles a precios contantes qué si bien implican leves mejoras respecto de 2014, se ubican perceptiblemente por debajo del nivel promedio registrado en 2011.

Al respecto, el consumo privado alcanzó en 2015 un nivel 0,3% superior a 2014, pero 1,8% inferior al de 2011. La Inversión hizo lo propio en un +2,8% y -6%, respectivamente. Los guarismos de las exportaciones de bienes y servicios fueron de +0,4% y -12,2%

De lo dicho se desprende que el consumo público fue no ya el principal, sino más bien el único motor que tuvo la demanda interna y la global en los últimos cuatro años.

En el caso del PBI su impulso se combinó con la fuerte contracción de la oferta externa (importaciones), trabas comerciales y controles de cambios mediante, permitiendo que la oferta local se mantuviera prácticamente constante respecto de 2011 aun cuando, excepción hecha para el consumo público, todo el resto cayó.

En particular, a precios constantes de 1993, las importaciones de bienes y servicios promediaron durante 2015 un nivel que resultó 1,1% superior a 2014, pero 13,5% inferior al registro 2011.

Cerrando. A los fines ilustrativos, vale la pena considerar qué si calculamos un PIB neto de consumo público el mismo alcanzó en 2015 un nivel 0,8% superior a 2014 y 2,2% inferior a 2011.

2) En comparación con 2011 tenemos una economía mucho más cerrada y con menor tasa de inversión. Peor aún, esa menor tasa de inversión tiene mucha más participación de inversión pública en estructuras y construcciones y mucho menos de inversión privada en máquinas y equipos de producción.

Como ya dijimos, tanto las importaciones, como las exportaciones cayeron en los últimos cuatro años en el contexto de un nivel de producto más o menos constante. Consecuentemente, coeficiente de apertura de la economía argentina se redujo significativamente.

En particular, el denominado coeficiente de apertura (exportaciones más importaciones sobre PBI, todos a precios corrientes) pasó alcanzar un valor de 40,3% en 2011 a uno de 29,3% en 2015, 11 puntos porcentuales (PP) menos. Ese coeficiente de apertura es el más bajo desde el año 2011.

Algo similar ocurrió con la Inversión Interna Bruta Fija (IBIF). La correspondiente tasa o ratio pasó 21,3% en 2011 a 18,7% en 2015, 2,6 PP menos. Esa tasa de IBIF, es la menor desde el año 2003.

Pero, además, su composición también cambió significativamente. En particular, el componente construcción pasó de representar poco menos de 36% de la IBIF en 2011, a casi 50% en 2015. Un incremento acumulado de 14 PP.

Nuevamente, el mencionado fenómeno se explica porque en la comparación 2015 vs 2011, el único componente de la IBIF que arroja crecimiento es el de la inversión en estructuras y construcciones (+3,9%), impulso de la obra pública mediante. En cambio, la inversión en máquinas y equipos productivos acusa un retroceso acumulado de 19% en esos cuatro años.

Conclusión: El desafío de la Administración de Mauricio Macri es inmenso, se lo mire por donde se lo mire. En el caso concreto del nivel de actividad real, y sintetizando el inventario, recibe una economía que en términos agregados no creció en los últimos cuatro años y que durante ese período se fue encerrando sobre un mercado interno cuyo dinamismo dependió casi exclusivamente de un nivel de consumo público que es, a todas luces, insostenible.

Para colmo de males, tiene la menor tasa de inversión de los últimos 12 años, aún a pesar de estar muy apalancada por la obra pública.

Todo eso, frente a un contexto internacional en franco deterioro.

Justamente, llegados a este punto, vale la pena subrayar, que cuando más cerrada es una economía, más sensible se vuelve su tipo de cambio nominal a los cambios experimentados por los flujos de capitales y a las variaciones de sus términos de intercambio, entre otros factores externos. Ergo, cuanto más cerrada, mayor el riesgo de volatilidad nominal.

Por eso mismo, el título del presente. Pues, básicamente, lo que necesitamos es “oxigenar” la economía local y recuperar el impulso que perdimos. Son los propios pilares de cualquier proceso de crecimiento económico sustentable los que se han deteriorado en forma sistemática en los últimos años y, consecuentemente, los que hay que recuperar urgentemente.

Lo dicho implica, en trazos gruesos, salir al encuentro del resto del mundo (reabrir la economía), recuperar el ánimo inversor en activos productivos, despertar al consumo privado de su letargo y, al mismo tiempo, racionalizar el rol del Estado e incrementar el nivel de eficiencia de la inversión pública.