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INFLACIÓN: Inercia, precios relativos y herencia

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Después del alza mensual de 4,1% registrada por el Índice de Precios al Consumidor de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) en enero 2016 y si se confirmará nuestra proyección de 3,5% para febrero, el nivel de precios al consumidor del aglomerado del Gran Buenos Aires acumularía un alza de 7,7% durante el primer bimestre del presente año, equivalente a un registro anualizado superior 55%. El alza interanual de ese período sería levemente superior a 31%.

Consecuentemente, para que la tasa de inflación 2016 (Dic’16 vs Dic’15) sea inferior a 30%, durante el período marzo-diciembre 2016 (10 meses) la tasa de inflación promedio mensual debería ser inferior a 1,9%. Complicado, dado que las paritarias parecen encaminarse hacia reclamos salariales muy superiores a 30%. En tanto, si consideramos el alza de 3,9% para diciembre de 2015, tenemos un alza acumulada para los precios al consumidor de 11,9% (anualizada de 57%) durante los primeros tres meses de la gestión Macri.

Ergo, no se puede tapar el sol con las manos. La eliminación de los controles de cambios y el consecuente ajuste de la cotización del dólar en la plaza local, por un lado, y la eliminación de la mayor parte de las restricciones y retenciones a las exportaciones, por el otro, estuvo acompañada durante esos tres meses por una aceleración del proceso inflacionario local que dejó prácticamente obsoletas las metas de inflación fijadas por la nueva administración hace poco más de un mes (20%-25%)

Proceso inflacionario, que no es nuevo. Sino, viejo y sostenido.

Por eso mismo, al evaluar las causas de la aceleración inflacionaria en cursos no hay que olvidarse de los siguientes tres elementos:

1) La herencia monetaria: Lo primero que tenemos que recordar es la inflación es el aumento sostenido de todos los precios durante un lapso de tiempo lo suficientemente extenso. No el de uno o algunos precios. Ni el de todos en un punto del tiempo. La condición suficiente para que se produzca un proceso inflacionario, es que exista sistemáticamente un exceso de pesos en circulación. Ya sea que este último haya sido originado por la emisión monetaria presente o pasada. De allí la expresión, la inflación es siempre un fenómeno monetario.  Ergo, la conducción suficiente para la mencionada aceleración del proceso inflacionario es preexistente a la salida del cepo. Pues, la misma tiene que ver con el históricamente alto nivel de liquidez en pesos que dejó como herencia monetaria la administración CFK.

2) La inercia inflacionaria: La inflación es un fenómeno económico dinámico. Por lo tanto, por su propia naturaleza, tiene inercia. Cuanto mayor es la tasa de inflación, más inercia tiene el nivel de precios. Pues, mayor es el esfuerzo de política económica que hay que realizar en sentido opuesto para lograr una brusca reducción de la primera.

3) El ajuste de precios relativos: Todo equilibrio o desequilibrio macroeconómico tiene asociado, al menos, un vector de precios relativos. Ergo, para pasar de una situación macroeconómica a otra, hay que modificar ese vector de precios relativos. La forma en la que se produce el ajuste de precios relativos tiene que ver con los dos puntos anteriores. Es decir, si hay mucha inercia inflacionaria y hay un históricamente alto excedente de pesos en circulación, lo lógicamente esperable es que el proceso de ajuste de los precios relativos sea inflacionario.

Entonces, no debería sorprendernos que el ajuste de precios relativos impulsado por la administración Macri redunde en una aceleración inicial del proceso inflacionario. Aceleración que debería revertirse una vez que el proceso de ajuste de los precios relativos impulsado por el cambio de esquema de política económica llegue a su fin. Cuestión que llevará algún tiempo, dado que se eligió un enfoque gradualista para el ajuste.

Esa sea tal vez la mayor crítica a la Administración Macri: No hacerse cargo de las consecuencias menos deseadas de sus, en su mayor parte correctas, decisiones de política económica. Entre ellas, esta aceleración inicial del proceso inflacionario. O acaso, de tanto subestimar la herencia macroeconómica terminaron creyéndose que el ajuste del vector de precios relativos no iba tener este efecto colateral. Pretender otra cosa, es inconsistente. Es, en “castellano burdo”, querer un “chanco gordo que pese poco”. No hay ajuste, sin costos políticos. No hay ajuste, sin ajustados.

Y esos son, justamente, los dos grandes riesgos que enfrentamos a partir de ahora.

A) Que la negativa a reconocer y/o asumir los inevitables costos políticos asociados a las distintas decisiones de política económica, termine dando pie a nuevas inconsistencias.

B) Que una estrategia comunicacional destina erradicar la mala onda, lleve a las autoridades a subestimar la herencia y fijar metas optimistas inalcanzables, lo que a la larga termine desgastando innecesariamente el inevitable proceso de ajuste.  

Una buena implementación es tan importante como una buena idea. Pues, una mala implementación puede arruinar el mejor de los planes económicos.