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[377]| Del 20 al 24/03 de 2017

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Descripción del Producto

Argentina – Empleo, Producto, Productividad, Costos Salariales y sus implicancias de cara a lo que vendrá. Los últimos datos de la Encuesta Permanente de Hogares publicada por el INDEC, referidos al último trimestre de 2016, mostraron una tasa de empleo total relativamente estable a lo largo de 2016 (tomando en cuenta el error estadístico de las estimaciones) y, dada una población urbana en continuo crecimiento, un nivel de empleo que como mínimo igualó a la tasa de crecimiento poblacional.
Aún más, si bien la tasa de empleo relevada para el cuarto trimestre de 2016 (41,9%) se ubicó levemente por debajo de la registrada para el mismo cuatro de 2012 (43,1%, 1,2 puntos porcentuales menos), una vez que se toma debida cuenta que la población urbana de referencia acumuló un alza en torno a 7,6% entre ambos períodos (1,86% promedio anual), puede concluirse que el número de personas ocupadas también creció (+4,5% acumulado y 1,12% promedio anual) Aunque, lo hizo a un ritmo inferior a la tasa de crecimiento de la población urbana total de referencia y que la Población Económicamente Activa (PEA). Es decir, creció la proporción de pasivos y desempleados. Resultado esperable dado que durante el mismo período el Producto Interno Bruto (PIB) acumuló una contracción de 2,7%.
Obsérvese, que de lo señalado en el párrafo precedente se desprende que durante el citado período (IV trimestre 2012 – IV trimestre de 2016) e, incluso, durante el propio 2016 la elasticidad empleo-PIB tuvo signo negativo. Es decir, el opuesto al normal y habitual, ya que tuvimos crecimiento del empleo en un contexto de contracción del PIB.
Los datos del Ministerio de Trabajo se refieren sólo al universo del empleo registrado o formal, pero resultan complementarios. En particular, los mismos indican que el nivel de empleo formal de último trimestre de 2016 resultó 0,84% superior al del mismo cuarto de 2015, incrementándose en similar magnitud respecto del correspondiente al tercer trimestre de 2016 (serie con ajuste estacional) y ubicándose 8,6% por encima del registrado durante el último cuatrimestre de 2012. Consecuentemente, en el período 2012-2016 el nivel de empleo formal no sólo habría crecido en un contexto de contracción del PIB, sino que además lo hizo a un ritmo mayor que el empleo total. Es decir, el empleo formal creció más rápido que el informal en un contexto de evolución negativa de la actividad económica local. Esa situación resulta francamente anti-intuitiva y requiere de un análisis más minucioso de los últimos datos.

Realizado el mismo, se observa que el número de asalariados formales en el sector privado (incluye empleados formales de casas particulares) acumuló un alza de 2,5% en los últimos cuatro años. Es decir, no sólo creció más lento que el empleo formal total en dicho período, sino que además lo hizo más lento que el empleo total. Aún más, el nivel promedio del último cuatrimestre de 2016 se ubicó 0,8% por debajo del correspondiente al mismo cuarto de 2015. Aún a pesar de lo cual, vale la pena resaltar que el mismo creció poco, pero aun así creció, en un contexto de contracción del nivel de actividad. Es decir, la correspondiente elasticidad respecto del PIB también mostró un signo opuesto al esperado: Negativo.

En tanto, los mismos datos dejan en evidencia que el empleo público y él “cuentapropismo” fueron los verdaderos impulsores del crecimiento del empleo formal e, incluso, del empleo total. Ya que ambos acumularon un crecimiento muy superior al de los dos primeros (empleo total y formal) En particular, los asalariados formales del sector público acumularon un alza de 17,4% entre el último trimestre de 2016 e igual período de 2012 y 0,8% interanual respecto del mismo cuarto de 2015. En tanto, los cuentapropistas (monotributistas, autónomos y monotributistas sociales) hicieron lo propio en 16,9% y 3,4%, respectivamente.
Sintetizando, de los datos disponibles surge que el crecimiento del empleo total e, incluso, del empleo formal en el contexto de un mal desempeño del nivel de actividad fue en su mayor parte resultado del incremento del empleo público y el cuentapropismo. Lo dicho no sólo fue cierto para el período 2012-2016, sino también para la comparación entre el cuarto trimestre de 2015 y el mismo período de 2016. Léase, la utilización del sector púbico como agencia de empleo y el incremento del cuentapropismo, en parte como opción ocupacional ante la falta o insuficiencia de otras alternativas en el sector asalariado y en parte como informalidad encubierta, son los dos fenómenos que nos ayudan a entender esa dinámica anti-intuitiva del nivel de empleo total, en general, y del formal, en particular, bajo los períodos considerados.

Ahora bien. No es caprichoso que la intuición económica indique que crecimiento y creación de empleo van de la mano. Pues, la demanda de empleo es una demanda derivada del proceso de crecimiento de la producción y, consiguientemente, es de esperar que la elasticidad empleo-PIB tenga signo positivo. Básicamente, detrás está la idea que en equilibrio general la producción adicional aportada por el último trabajador equivale al costo real de contratarlo. O dicho más técnicamente, que el producto marginal del trabajo equivale al costo laboral real.

Obsérvese que, si el producto crece por detrás del nivel de empleo, el producto medio del trabajo cae. Y consecuentemente, más tiene que caer el producto marginal. Pues, básicamente la curva de producto medio (promedio) empieza a caer después que la misma es interceptada por la de producto marginal (aporte del último trabajador incorporado al promedio) Es más, la curva de producto marginal intercepta a la de producto medio en su máximo. O lo que es lo mismo, el producto marginal empieza a contraerse antes que el producto medio.

Esa evolución negativa es aún más marcada cuando se combina caída de la producción y crecimiento del empleo. O, dicho de otra manera, la caída de la productividad laboral o producto marginal del trabajo a nivel agregado es aún más violenta cuanto más rápida es la caída del producto medio.

Sigamos. En un contexto de estabilidad del costo salarial, la contracción del producto medio del trabajo se traduce en un incremento del costo salarial por unidad producida. Si el proceso se da en un contexto de incremento del costo salarial, el efecto es una potenciación del encarecimiento de la economía local. Que es lo que básicamente ocurrió a nivel local entre 2012 y 2016, ya el proceso de apreciación real sostenido se tradujo en un incremento sostenido de los costos salariales en dólares, cuyo impacto en el costo salarial en dólares por unidad producida fue potenciado por la contracción de la productividad laboral. Ergo, la economía local no sólo se encareció como resultado del proceso de apreciación real. Sino que, además, lo hizo porque en términos agregados o en promedio el factor trabajo se volvió menos productivo.

Esto es un dato no menor de cara a lo que vendrá. Pues, de lo dicho se desprende, que de no mediar un verdadero shock de inversión en infraestructura económica y social, reformas estructurales profundas que permitan una franca y rápida recuperación de la productividad laboral local y/o una perceptible reducción de los costos salariales (entre las que son indispensables las tendientes a reducir los costos laborales no salariales, impositivos y contingentes, y la flexibilización de la regulación laboral local) es esperable que la elasticidad empleo-PIB sea relativamente baja durante algún tiempo más. Es decir, más allá de cuales sean los sectores tractores, todo indica que la traducción de cada punto de crecimiento en creación neta de empleo y/o recuperación de las remuneraciones reales tenderá a ser relativamente baja, dada la subutilización actual y el necesario proceso de reasignación que se producirá con la reactivación entre asalariados privados, por un lado, y asalariados públicos y cuentapropistas, por el otro. Aún más, cuantas mayores sean las presiones salariales, regulatorias o impositivas sobre el costo salarial real, menor aún será la misma.

En otras palabras, los datos del mercado de trabajo, en general, y la evolución reciente de la productividad y el costo salarial por unidad producida, en particular, también sugieren que la recuperación del nivel de actividad tardará en ser percibida “por la gente”. Pues, básicamente, primero será necesario que la recuperación ayude a absorber la herencia negativa en esta materia (mejorar la productividad laboral promedio)

Cualquier atajo que se vuelva a tomar en ese sentido, como sería reincidir en el uso del sector público como agencia de empleo, atentará contra la recuperación de la productividad y, consecuentemente, contra la sustentabilidad del proceso de estabilización macroeconómica en curso. Al fin y al cabo, el crecimiento sostenido de la productividad es clave, no sólo para “abaratar” la economía local sin necesidad de recurrir a nuevos ajustes cambiarios; sino, además, para lograr la convergencia a un sendero de crecimiento sustentable (crecimiento sostenido con baja inflación)