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[TCR] | Septiembre 2015

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Descripción del Producto

El TCR Multilateral de la economía argentina promedió un valor de 1,116 en septiembre de 2015 (Dic 01=1) y de 1,113 en octubre (proyectando con las primeras nueve ruedas), ubicándose 40% por debajo del promedio 2002-2015 y sólo 8,7% por encima del promedio 1998-2001. En consecuencia, aún se sostiene por encima del nivel de diciembre de 2001. Sin embargo, de no haber cambios de fondo en el esquema de política local y sostenerse el actual contexto externo, podría perforarlo en menos de un año.

El TCRM acumula un retroceso de casi 46% desde diciembre de 2007, de 21% en el último año y de casi 14% en lo que va de 2015. En tanto, en los últimos ocho años el TCN Multilateral acumuló un alza de casi 139%. En cambio, se apreció 2% en los últimos 12 meses y se mantuvo relativamente estable en lo que va de 2015. Ergo, el alto diferencial de inflación sigue explicando la mayor parte del proceso de apreciación multilateral real del peso. La fortaleza del dólar reforzó ese proceso en los últimos meses.

El TCR entre el $AR y el USD promedió un valor de 0,98 en septiembre de 2015 (Dic 01=1) y de 0,97 en octubre (primeras nueve ruedas), ubicándose 41% por debajo del promedio 2002-2015. En consecuencia, perforó el nivel de diciembre de 2001. Y, de no haber cambios de fondo en el esquema de política local y sostenerse el actual contexto externo, se encamina irremediablemente hacia los mínimos alcanzados hacia mediados de la década de los 90’s.

En particular, acumula un retroceso de 40% desde diciembre de 2007, de 13% en el último año y de poco menos de 7,5% en lo que va de 2015. En tanto, durante el mismo período el TCN bilateral se depreció 197%, 11,2% y 9,5%, respectivamente. Ergo, el alto diferencial de inflación es la causa inmediata del encarecimiento local en dólares. El último ascendió a 27,6% en los últimos 12 meses y a poco más de 18,4% en lo que va de 2015.

El TCR Oficial $AR vs R$ (BRL) promedió un valor de 0,675 en septiembre de 2015 (1998=1) y de 0,684 en octubre (primeras nueve ruedas), ubicándose 52% por debajo del promedio 2002-2015, perforando el promedio 1998-2001 y acercándose a los mínimos históricos. La leve mejora de registrada por el TCR bilateral durante octubre se debió el leve rebote que experimentó la cotización del dólar en la plaza brasilera desde fines de septiembre una vez superados los $R 4 por unidad.

De esta manera, el TCR en cuestión acumula un retroceso de 61,5% desde diciembre de 2007, de 43% en los últimos 12 meses y de 33,3% en lo que va de 2015. En tanto, los últimos 8 años el TCN correspondiente acumuló un alza de casi 35,7%. En cambio, se apreció 33,5% en los últimos 12 meses y cerca de 26% en lo que va de 2015. Ergo, el alto diferencial de inflación sigue explicando casi todo el encarecimiento respecto de Brasil. La depreciación del real profundizó ese proceso, llevándolo a niveles insostenible, durante el último año.

Conclusiones: Tanto el TCRM, como los distintos TCR bilaterales muestran una tendencia marcadamente negativa. Buena parte de ellos se encuentran en niveles críticos y el ritmo de deterioro se aceleró significativamente durante el último año como resultado de la renovada fortaleza del dólar. El principal factor detrás del encarecimiento de la Argentina respecto de sus socios comerciales fue y es, la alta tasa de inflación local. La cual a la larga no pudo, ni puede ser compensada por ninguna tasa de devaluación nominal. Pues, en el contexto macroeconómico actual, la devaluación termina retroalimentando el proceso inflacionario.

En el caso de los TCR bilaterales, vale la pena resaltar al caso del peso mexicano, el peso chileno, el real brasilero y el dólar. Pues, en todos ellos ya se perforó o, al menos, alcanzó el promedio 1998-2001. Adicionalmente, vale la pena resaltar que en el caso del real brasilero y el peso mexicano ya estamos en línea con los mínimos alcanzados en la década de los 90’s.

Llegados a este punto, creemos imprescindible volver a resaltar que “no hay que poner la carreta delante del caballo”. Es decir, dada la negativa de la Administración CFK a realizar los ajustes necesarios cuando era oportuno hacerlo, el BCRA no tiene margen de maniobra para permitir que buena parte de los efectos negativos asociados al proceso de fortalecimiento internacional del dólar, por un lado, y el propio proceso inflacionario local, por el otro, sean amortiguados vía un ajuste del TCN oficial. Pues, dado el agotamiento del esquema de política económica local, cualquier intento de devaluación nominal significativa corre el riesgo de, al igual que en 2014, retroalimentar el proceso inflacionario y profundizar la recesión. Más aún, dada el bajo poder de fuego de la entidad monetaria (bajísimas reservas netas) y las generalizadas expectativas de corrección cambiaria, cualquier intento de ajuste más o menos significativo del TCNO podría dar pie un proceso de ajuste desordenado, con el consiguiente alto riesgo de “overshootig” y espiralización.

De la misma manera, una reducción generalizada de las alícuotas de DEX profundizaría el déficit fiscal, acelerando el ritmo de emisión destinado a financiarlo y, consecuentemente, también impactaría al alza sobre el proceso inflacionario local (erosionando rápidamente la mejora de rentabilidad por esa vía) y la tasa de devaluación administrada, incrementando el riesgo de ajuste desordenado y espiralización.

El acceso endeudamiento externo a tasas en torno a 9% anual en dólares, como en el caso del Bonar 2020, no altera ese diagnóstico. Pues, la utilización de esos recursos para financiar el “agujero fiscal” primario necesariamente implica su monetización. Esa expansión monetaria, que se inyecta en la economía local directamente vía gasto público, también contribuiría en sostener o, incluso, acelerar las presiones inflacionarias.

Por todo lo dicho, subrayamos que no se pueden esperar cambios significativos y sostenibles en la tendencia del TCR multilateral o cualquiera de los bilaterales, hasta que no se produzca un replanteo integral y profundo del esquema de política económica. Consecuentemente, esperamos que, en el mientras tanto, el mencionado proceso de encarecimiento siga alimentando las expectativas de volatilidad macroeconómica de mediano-largo plazo; profundizando, directa e indirectamente, el proceso deterioro del nivel de actividad económica y empleo.