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LA NECESIDAD ES LA MADRE DE LA VIRTUD

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Durante los 12 años y medio de gestión “kirchnerista” (2003-2015) se combinaron dos elementos que permitieron que Argentina se aislara del resto mundo, cerrándose sobre su mercado interno y prescindiendo de los flujos internacionales de capitales, ya sea IED o endeudamiento neto con el resto del mundo.

 A) El default y la posterior renegociación de la deuda pública redujeron el stock y trasladaron hacia adelante el perfil de vencimientos de capital e intereses de la deuda pública reduciendo drásticamente el esfuerzo que los mismos requerían del Estado Nacional, en particular, y de la economía local, en general.  Al respecto, los intereses de la deuda pública implicaron en 2001 un esfuerzo equivalente 3,8% del PBI nominal estimado con la base CN 1993. El correspondiente acumulado 1993-2001 representó 2,2% del PBI base CN 1993 comparable. En tanto, en el período 2003-2015 el peso de los intereses de la deuda pública en el PBI base CN 1993 fue de sólo 1%. Menos de la mitad si se compara con 91-01 y casi un cuarto si se compara con 2001.  

B) Argentina disfrutó durante ese período del shock positivo de términos de intercambio más significativo y persistente de, al menos, sus últimos 100 años de historia económica.

Entre 2003 y 2015 los Términos de Intercambio (TI), la relación entre los precios de nuestras exportaciones y los de nuestras importaciones, promediaron un nivel 25% superior a la media de los últimos 115 años e, incluso, casi 20% superior al guarismo comparable para los últimos 30 años (1986-2015)

Esto no es un dato menor, pues los TI son una variable clave para el desenvolvimiento económico de toda economía. Hay varias formas de explicar por qué, pero en este artículo nos interesa resaltar dos:

A) Cuánto más altos sean los términos de intercambio, más rico será un país en comparación al resto. Pues, podrá comprar más bienes importados con exactamente la misma cantidad de bienes exportados. Podrá comprar más con el mismo esfuerzo productivo.

B) Un incremento (reducción) de los TI implican un incremento (reducción) del saldo positivo o una reducción (incremento) del saldo negativo de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos, implicando un mayor ingreso de divisas o, al menos, una reducción de un egreso.

Una forma de cuantificar el aporte directo de divisas a la economía local de los TI, consiste en determinar su impacto sobre el saldo comercial. En este caso, utilizaremos como referencia el promedio histórico de TI. Si así procedemos, podemos estimar un aporte directo de los TI vía saldo comercial de unos US$ 140.947 millones durante el período 2003-2015.

Para poner esa cifra en perspectiva, vale la pena tomar en cuenta que ese aporte equivalió a 4,3% del PIB en dólares acumulado durante esos 13 años. Ergo, el aporte directo de los TI equivalió a casi un tercio de la tasa de crecimiento promedio anual registrada por el PBI en dólares corrientes durante ese período.

Otra comparación odiosa surge de considerar que el ingreso de divisas aportado por los altos TI del período 2003-2015 superó en más de siete veces al aporte asociado a las privatizaciones realizadas en la década de los 90’s. En particular, el proceso de privatización llevado a cabo entre 1989 y 2001 implicó la concesión, privatización o liquidación de 67 empresas generando ingresos por US$ 18.174 millones entre efectivo y títulos de deuda pública valuados a su valor de mercado.

Aún más, el mencionado aporte de divisas casi duplicó el flujo neto aportado por la Inversión Extranjera Directa (IED) en el período 1992-2001 (US$ 76.440 millones) Mucha de esta IED fue destinada a adquirir empresas privatizadas. La relación es similar respecto del incremento registrado por el stock de deuda pública entre 1990 y 2001 (US$ 70.715 millones). Es decir, al endeudamiento neto registrado durante la década de los 90’s.

Dicho de otra manera. El aporte de divisas de los altos TI en el período 2003-2015 equivalió prácticamente al flujo de divisas combinado de la IED y el endeudamiento público durante la década de los 90’s.

Ahora bien, volamos al principio. A diferencia de su predecesora, la Administración Macri no contará con ninguno de esos dos elementos. Pues: A) El perfil de vencimientos de la deuda pública en moneda extranjera resulta nuevamente exigente, y muestra de ellos es el efecto pernicioso que tuvo para las reservas del BCRA su uso intensivo por parte de la Administración CFK durante buena parte de su segundo mandato. B) Todo indica que los términos de intercambio continuaran deteriorándose de la mano del proceso de fortalecimiento internacional del dólar y de la desaceleración de la economía china.

Por lo tanto, como la necesidad es la madre de la virtud, hay que salir al encuentro del resto del mundo. Ya no podemos prescindir de él. Tal vez la oportunidad no sea la mejor, dado el franco deterioro del contexto internacional, pero no queda otra alternativa si queremos volver a crecer y, menos aún, si la pretensión es más ambiciosa y busca generar un sendero de crecimiento sustentable. 

En ese sentido, el relanzamiento del MERCOSUR o su remplazo por nuevos esquemas multilaterales o bilaterales de integración, la negociación con los Holdouts, la finalización de los juicios y sentencias pendientes en el CIADI, el retorno al mercado internacional de capitales y la flexibilización de los controles de la cuenta corriente y de la cuenta capital de la balanza de pagos local no son elecciones de política que enfrenta la Administración Macri. Son algunas de las asignaturas pendientes más importantes que debe resolver. El margen de maniobra estará más en el cómo y hasta cierto punto en los tiempos. Pero no mucho más.