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[321]|Del 03 al 7/08 de 2015

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Argentina – El punto donde la serpiente se muerde la cola. La situación patrimonial del BCRA continúa deteriorándose a un ritmo preocupante, restándole aún más sustentabilidad a un equilibrio monetario-cambiario, en particular, y macroeconómico, en general, que nunca brilló por su solidez.

En primer lugar, las necesidades fiscales de la administración CFK, impulsadas a su vez por sus pretensiones electorales, continuando exigiendo al BCRA. Pues, el último se ha convertido en su principal fuente de financiamiento directo e indirecto. En ese contexto, la emisión monetaria destinada a financiar el rojo fiscal está apalancando nuevamente la tasa de crecimiento nominal del circulante monetario.

Profundizando. Las operaciones netas de financiamiento monetario al Sector Público Nacional implicaron una emisión monetaria de $ 61.000 millones durante los primeros siete meses de 2015, un 66% más que el monto neto girado durante el mismo período de 2014. Ese guarismo casi cuadriplica al aportado (en términos de creación neta de circulante) por las compras netas de divisas. Pues, las mismas acumularon un saldo neto de sólo $ 16.250 millones durante enero – julio de 2015. Un 62% menos que durante el mismo período del año pasado. Puesto en otros términos. Si consideramos la dinámica de las dos principales fuentes de creación monetaria en lo que va de 2015, podemos concluir que el financiamiento monetario del déficit fiscal nacional aportó cuatro de cada cinco pesos emitidos por el BCRA. Durante el mismo período del año pasado, el financiamiento monetario del rojo fiscal sólo explicaba dos de cada cinco.

Si consideramos en conjunto el resto de los instrumentos monetarios con los que cuenta el BCRA (Letras, pases, encajes, etc.) obtenemos una contracción monetaria neta de $ 30.662 millones para los primeros siete meses de 2015, desprendiéndose una expansión absoluta para el circulante monetario de $ 46.587 millones durante los primeros siete meses de 2015. Septuplicando a la cifra registrada durante igual período del año pasado y equivaliendo a poco menos de 2% del PIB nominal comparable. En consecuencia, el stock de pesos en circulación promedió una tasa de crecimiento nominal anual de casi 31% en lo que va de 2015, frente al 18% nominal anual que se había registrado durante el mismo período de 2014. Más aún, la tasa de crecimiento nominal anual del circulante monetario se ubicó en torno a 36,1% durante julio pasado, alcanzando la mayor tasa de expansión interanual mensual desde octubre de 2012.

Primera conclusión: Estamos ante un verdadero “aluvión” de pesos. Los cuales están siendo inyectados para financiar un festival de gasto público corriente en el contexto de una economía local caracterizada por una oferta ahogada (producción) y un creciente desequilibrio de su balanza de pagos (escasez de divisas) Ergo, el resultado esperable para el mediano-largo plazo es más inflación, más desequilibrio externo (presiones cambiarias) y más atraso del TCR.

En segundo lugar, la aceleración del circulante monetario que supone el financiamiento monetario del déficit fiscal nacional no sólo profundiza la perdida de sustentabilidad macroeconómica en forma directa. También lo hace en forma indirecta, al impactar negativamente sobre las expectativas de los agentes. En particular, si neteamos de la reservas brutas del BCRA el Swap de monedas con China y los pasivos monetarios, obtenemos al cierre del pasado mes de julio un activo neto de sólo US$ 12.681 millones. Cifra que equivale a menos de 40% de las reservas brutas y que implica un deterioro de US$ 3.424 millones respecto del cierre del año 2014. Esa caída de las reservas netas se combina con el crecimiento del circulante, dando por resultado una pérdida de capacidad de fuego con la que cuenta el BCRA para sostener la estabilidad cambiaria. Esa menor capacidad se refleja en la evolución del TCN de cobertura, calculado el último como la razón entre circulante y reservas netas. En particular, el último acumuló un incremento de más de 40% en lo que va de 2015.

Segunda conclusión: Todo parecería indicar que, licencias metafóricas mediante, hemos llegado al punto donde “la serpiente se muerde la cola”. Si eso se confirma, ya no será posible anticiparse a los acontecimientos. Sino, sólo correr detrás de ellos.

Profundizando. Hemos llegado al punto donde la pérdida de solidez patrimonial del BCRA refuerza el proceso de degradación macroeconómica al impactar negativamente sobre las expectativas de los agentes económicos. Pero, no podemos olvidar que fue el sostenimiento de esos desequilibrios macroeconómicos (la negativa al ajuste) durante, al menos, los últimos cinco años la que terminó “dinamitando” la capacidad para hacer política monetaria-cambiaria por parte del BCRA.

Ahora bien. Como el BCRA pierde cada vez más capacidad para imponer sus objetivos monetarios y cambiarios, y más importante aún, el mercado lo sabe y lo incorpora a su proceso de toma de decisiones, la sustentabilidad del actual equilibrio macroeconómico depende cada vez más de lo que ocurra con las expectativas de los agentes y cada vez menos de lo que realmente puede hacer el BCRA. Un dato no menor, ingresando en la recta final de la campaña electoral para las elecciones presidenciales de octubre próximo.