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[316] |Del 29/6 al 3/7 de 2015

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Argentina – A buen entendedor, pocas palabras. La incertidumbre es generaliza en la plaza local, dado, por un lado, un proceso electoral que está en pleno desarrollo y cuyo final es aún incierto y, por el otro lado, un precario equilibrio macroeconómico local que se va “deshilachando” con el correr de los días, de la mano de las desacertadas decisiones de política económica local y de los sucesos externos (Grecia y cambio de signo del ciclo de liquidez mundial).

En ese contexto, los inversores locales siguen muy de cerca las encuestas y datos duros, modificando la composición de sus carteras con cada nueva pieza de información. La volatilidad de los activos locales va consecuentemente en aumento y, con ella, crece también el precio de los seguros. Destacando, entre los últimos, el dólar.

Razón por la cual, nadie debería sorprenderse, horrorizarse e, incluso, proponer teorías conspirativas ante el franco proceso de dolarización que se apoderó del mercado local en las últimas semanas. Proceso que se produce aún pesar de los fuertes controles de capitales establecidos hace ya casi cuatro años, luego de la fuerte ola “dolarizadora” que precedió a la última elección presidencial.

La cotización del dólar en el segmento paralelo sostuvo la tendencia al alza durante toda la semana. Los operadores entraron en pausa hacia el jueves pasado, dada la pérdida de referencias (CCL, afectado por controles y llamados crecientes a operadores) y el fuerte incremento de la presencia policial en el microcentro porteño, imponiéndose un nuevo feriado virtual. De esta manera, el blue cerró en $ 13,48 por unidad y redondeó un avance de 8,5% durante el pasado mes de junio.

A la hora de detallar sobre el origen de las presiones al alza, no podemos dejar de subrayar que las mismas han sido en su mayor parte resultado del alza de los tipos de cambio que sirven de referencia para el Blue. En particular, el Contado con Liquidación y el dólar Bolsa. Estos últimos registraron avances de más de 12,5% durante el pasado mes de junio, evidenciando que, al igual que en 2011, la tendencia dolarizadora comienza siendo liderada por los inversores más sofisticados. Nada sorprendente, pues siempre se los presupone más informados.

En el caso del segmento oficial, la demanda de dólar ahorro, alimentada por los aguinaldos, siguió en alza, drenando por esa vía un promedio de US$ 85 millones diarios. Lo cual indica que los pequeño y medianos ahorristas, que se presupone entre los inversores menos sofisticados, no sólo no son ajenos a la tendencia dolarizadora. Sino que, además, no quieren desaprovechar el precio de oferta que se les ofrece por esta vía. Pues, aún abonando la precepción de ganancias de 20% en el caso del retiro en efectivo, el precio resultante continúa siendo más que atractivo, ante una brecha cambiaria (oficial vs blue) que ya está bien por encima de 40%.

Razón por la cual, también, el PURE dejó de ser sólo una comida y se convirtió en la actividad más rentable de una Argentina, que más allá de lo que dicen los discursos oficiales, se transformó, por el propio peso de las decisiones de la administración CFK, en un campo propicio para las especulaciones financieras más dañinas desde el punto de vista de la producción.

En este contexto, la cotización oficial cerró la semana en torno a $ 9,115 por unidad, sosteniendo la leve tendencia al alza que impone el BCRA y redondeando un ajuste mensual de 1,1%. En lo que va de 2015 el ajuste es de 6,2%, poco menos de 1% promedio mensual.

Durante el mismo período, el real brasilero acumuló una depreciación nominal de más 16% y el euro una de más de 13%. Lo hicieron, en el caso del segundo, con inflación prácticamente nula y, en el caso del primero, con menos de la mitad de la inflación local. Entre esos dos mercados, se concentran cerca de 35% de los valores exportados por nuestro país. Asimismo, el precio externo (Puertos Argentinos) del grano de soja experimentó una merma de US$ 100 por tonelada (-22%) durante el primer semestre de 2015. El complejo sojero concentra cerca de 25% de nuestras exportaciones.

Ergo, el atraso del Tipo de Cambio Real (TCR) que está impulsando el sostenimiento del Tipo de Cambio Nominal Oficial (TCNO) como ancla de expectativas, dada una política fiscal desbocada y una monetaria subordinada a su financiamiento, es evidente, cualquiera sea la referencia que se quiere utilizar.

Ante esa situación, es más que justificado que las expectativas devaluatorias post recambio presidencial vayan en franco ascenso, convirtiéndose en uno de los pilares, por no decir el corazón, de ese proceso de dolarización.

Para ponerlo de otra manera. El atraso del TCR implícito en el TCNO presiona sobre la sustentabilidad económica-financiera de las economías regionales, en particular, y del sector exportador, en general. Pero, al mismo tiempo, subsidia la demanda especulativa de activos externos capaz de canalizarse por las distintas ventanas que tiene el esquema de controles de capitales.

El resultado tiene claras consecuencias negativas para la producción, no sólo por el atraso del TCR. Sino, además, por el incentivo que se otorga a las Actividades Directamente Improductivas (DIUP, en inglés), afectando negativamente la asignación de los recursos productivos.